Un
mago que eligió Porto Alegre para nacer. Que prefirió la diversión
como forma de vida. Que pudo ser el mejor de una era y se conformó
con serlo de un par de años. Ronaldinho pudo salir de la humildad
gracias a su alegría y su embrujo con el balón. Y se alejó del
fútbol y se acercó a la sonrisa, las altas horas y el desenfreno.
Pudo ser.
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