viernes, 11 de febrero de 2011

OPINIÓN Y PUNTO... PELOTA

germán_mansilla

Recuerdo aquellas noches de colegio, primero, y de instituto, después, en las que empezaba a interesarme por la información deportiva gracias a la radio-despertador que aun conservo en mi mesita, más por cariño que eficiencia. Eran noches en las que la resignación me gobernaba por comprender que no iba a llegar a ser "nadie" en el mundo del fútbol. Noches de Larguero y almohada que se estiraban hasta las tardes de Carrusel. Echando la vista atrás quince años, veo que mis noches han cambiado poco.

Y es que la información deportiva se mete dentro, aunque te decepciona día a día, es una droga y como cualquier dependencia la necesitas más y más. El amor al deporte y, en especial al fútbol, es el motor que cada día mueve a miles de fieles que consumen sin parar prensa, radio, televisión y, cada vez más, internet.
La evolución de los medios de comunicación deportivos en las dos últimas décadas ha sido tan notoria, que la oferta que las empresas periodísticas ofrecen a los receptores se ha multiplicado no acierto a calcular por cuanto. Este progreso ha sido contemporáneo a la explosión de las tecnologías en nuestra civilización. Los procesos de digitalización, costosos e inalcanzables para algunas empresas, han elevado el nivel y las posibilidades que los medios disponen para ofrecer a sus usuarios.

El asentamiento de Internet en los hogares españoles ha creado un consumidor despreocupado que ha cogido la costumbre de gastar sin pagar. Un modelo insostenible para los media que se han visto obligados a exprimir su talento para generar nuevas fórmulas de consumo.

Hoy en día conocemos unos medios de comunicación deportivos, con un alto nivel de contenidos multimedia, que insisten en hacer participar al consumidor en el propio desarrollo de la información. Ese feedback, esa sensación de tener enganchado al usuario como si él formase parte de la cadena, es la que ha permitido que los medios se mantengan el interés de los lectores, oyentes, televidentes o usuarios.

Pero con el desarrollo de la prensa deportiva y de la oferta de medios ha venido el amarillismo, que tradicionalmente ha caracterizado a esta información, elevado a la máxima potencia. Al haber tantos minutos de emisiones deportivas, la información se queda vacía y se da paso a la opinión, valuarte de la mayoría de programas de éxito. Las tertulias, los análisis, los debates (todos ellos generos periodísticos de opinión) son la esencia del periodismo deportivo del momento.

La dictadura del rumor, a la que nos vemos sometidos en la información deportiva, domina cada uno de los programas televisivos o tertulias radiofónicas. Sirva el ejemplo del programa televisivo revelación de los últimos años en información deportiva: Punto Pelota. Dos bandos, dos doctrinas, un enfrentamiento. La supremacía de los dos grandes clubes españoles centraliza cada uno de los temas a tratar, primando la información (por llamarlo de alguna manera) relacionada con el Real Madrid y su entorno.

Los principios basicos de una información basados en la veracidad de los hechos se han echado a perder en beneficio de los criterios de cada tertuliano, que no siempre tiene porqué ser periodista ni profesional de los medios. Informaciones sesgadas, clubes olvidados que manifiestan su abandono con odio hacia "los grandes"...

La prensa deportiva no difiere mucho de la televisiva. Es el gérmen de todas ellas y sigue siendo el lado romántico de la información. El café, el periódico y, ahora en la calle, el cigarro. Pero a pesar de ello, ha radicalizado su postura hasta situarse en el extremo de un bando. Participan en la contienda la prensa madrileña, con los diarios deportivos Marca y As al frente, contra la prensa catalana, con Mundo Deportivo y Sport. A partir de ellos emanan una serie de medios que, asentados en servilismo, se encargan de potenciar su patrimonio y minar el del rival. Personajes como Eduardo Inda, actual director de Marca, no son sino un ejemplo del afán que los medios tienen por tratar de controlar y dirigir los clubes de fútbol desde las redacciones. Portadas a quema ropa, entrenadores o jugadores guillotinados por una serie de periodistas verdugos que firman las sentencias de muerte con la volatilidad de una pluma.

Por si fuera poco las redes sociales son una parte más de cada uno de los programas o diarios digitales y se puede participar activamente en la creación de la programación. Un tsunami de posibilidades que ha provocado una revolución incontrolable de mensajes para un canal que no siempre está capacitado para transmitirlos.

En definitiva, somos contemporáneos de unos medios de comunicación siervos de unos colores, de una idea que defienden a ultranza y de la que no se apartan en su discurso. Medios que arrastran a muchos de sus consumidores y los envuelven en sus caprichos. Afortunadamente, el oasis de esperanza los encontramos en algunas plataformas de pago, que proponen al espectador una información deportiva de calidad, contrastada, con opiniones útiles y constructivas y con un tratamiento de los hechos muy cercano a la veracidad que, indiscutiblemente, es la esencia del periodismo.

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